divendres, 15 de novembre del 2013

ESCRIBIENDO DESDE EL POZO




                                                                                                                  pozo
En un momento personal decisivo, percibo que mi entorno me tiene como un tipo un poco “pirado”, y algo de razón debe tener ese entorno por lo que luego les explicaré...
Me aferro ciertamente y de forma emocional a los excesos al afrecer y ofrecerme, y sufro esa misma generosidad al recibir, en forma de bofetadas, cuando las cosas se tuercen, y esas bofetadas tienen un componente denominador común: La racionalidad no emocional.
Todo este rollo viene a cuento al referirme a mi sector de actividad, donde convivimos en impuesta harmonía, emocionales y racionales con un mismo objetivo: Crear.
El otro día, azotado por un (espero que breve) vendaval contrario, buscaba como encarar mi nave vital en una ceñida perfecta que me llevara a puerto, el único puerto que vislumbro en un proyecto decisivo, y me dió por buscar en algunos de mis más personales referentes y de las más diversas disciplinas, puntos en común que me ayudaran a ver la luz de algún faro, y descubrí ese punto en común: Todos ellos vivían atormentados y con evidentes signos de vivir en la frontera entre la realidad y la locura.
Revisé la vida de Mozart, que vivía atormentado por los celos, de Caravaggio, desquiciado religiosamente ante sus apegos homosexuales, de Ingmar Bergman, de un pesimismo patológico, o Marvin Gaye, que se autodestruyó sumido en las drogas y convencido de conspiraciones contra su vida...
Y el punto álgido lo encontré donde se fusionan amor, locura y arte, en las vidas de Auguste Rodin y su discípula Camille Claudel...
Todo ello me hizo pensar (lo hago a veces...)
La genialidad está directamente relacionada con la locura o el hecho de estar “pirado”?
Y la conclusión es que sin ser determinante, ayuda, y me explicaré:
La racionalidad, el equilibrio y la cordura pone límites y barreras a la realidad, o mejor dicho, utiliza la realidad como único y delimitado campo de juego.
La locura en cambio no es que no los ponga esos límites, es que no los percibe, y por lo tanto no los considera...
En la locura, la creatividad queda sin límites, y el campo de juego, el objetivo, la meta o la linea de llegada pueden llegar a ser directamente infinitos e incluso eternos!
Y continuo escribiendo desde el pozo, sin olvidar que también los pozos tienen salida.
Basta mirar hacia arriba y percibir que desde el pozo también se ve el cielo, y ese cielo se vislumbra infinito.
Solo falta esa mano que me ayude a salir.
Que no tarde... que empiezo a estar empapado.
Palabra de galeno