Mirar, mirar y mirar
Un amigo de este espacio, Fernando Soto, con negocio en Las Rozas (Madrid), me solicita esta semana por mail si puedo aportar un poco de luz (pobre de mi) en la dirección de incrementar las ventas de su empresa. Lo cierto es que no tengo más información que su petición abierta, pero le daré mi opinión (solo me limito a eso cada semana) sobre algunas claves genéricas respecto a la optimización general del esfuerzo comercial.
La primera clave en un momento tan delicado como éste para la inmensa mayoría de los trabajadores, es tenerlos más que nunca en consideración. El mayor valor de una compañía no es el cliente, es el profesional que la hace latir y por lo tanto la prioridad primera será considerar a sus trabajadores como clientes internos satisfechos para conseguir, que dentro de las limitaciones existentes, se sientan importantes, referentes y fundamentales. Básicamente porque lo son.
Una segunda clave es olvidarse de las utopías. Pretender satisfacer el 100% de las necesidades del 100% de la masa consumidora alcanzable es directamente imposible y un mayúsculo disparate. Centrarse en nichos y mercados más pequeños y especializados suele ser la fórmula para tocar con los dedos los más deseados objetivos. Si su empresa ya está conformada e instalada en mercados extensos, reinvéntese, y sin dejar de explotar ninguna de sus líneas, segmente su empresa en parcelas más pequeñas, más autónomas y por lo tanto más competitivas.
La tercera clave es simple: Huya del precio como factor de decisión. En mercados amplios y en tiempo de crisis, se dinamitan los precios hasta llegar a trabajar para el mismísimo Satanás. Cuanta mayor competencia tenga (es decir más amplio sea su espacio de actuación) más difícil será aplicar márgenes de beneficio. Láncese a la caza de la especialización, minimice así su competencia, y muestre al mundo que tiene la mejor oferta en sentido amplio (calidad, distribución, atención post-venta, conocimiento de las necesidades, poder de prescripción y consejo, etc…)
Y finalmente mire, mire y mire que sucede a su alrededor antes de dar un paso en falso. Mire, mire y mire, ya que solo nos limitamos a ver, no a mirar. Y si no entiende de qué le hablo, le propongo un juego a mis lectores de Barcelona (y de cualquier otro lugar): De que color es un taxi en Barcelona? Negro y amarillo, muy bien. Pero díganme… Han visto ustedes millones al largo de su vida. Millones.
Pondrían la mano en el fuego asegurándome que parte es amarilla y que parte del vehículo es negra? Las puertas? el capó delantero? Los parachoques? el capó trasero? las puertas enteras o solo hasta el cristal? El techo tal vez?
Sean sinceros, no se jugarían ni un guisante con certitud, y eso demuestra que han visto millones, pero no han mirado ninguno!
Palabra de galeno