Ante todo les pido disculpas. Llevo varias semanas sin publicar debido a un cierre de año tortuoso y complicado, que no hace más que dibujar el cómo puede ser el inicio del 2013, y me temo que su mismísimo desarrollo.
Liderar, un vocablo que queda hoy instalado en la memoria del pasado, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de las empresas de nuestro entorno están mucho más pendientes de aguantar el chaparrón en que nos tiene sumida la crisis, que en alcanzar cuotas más ambiciosas, que además llevarían consigo inversiones difíciles de asumir.
Ayer sin ir más lejos se produjo un interesante debate en facebook con mi buen amigo y nunca suficientemente valorado Jaume Pérez (Einestzara en según que ámbitos digitales) en torno a la muy glamurosa y cool casa “Nespresso”.
Vaya por delante mi absoluta admiración por el posicionamiento majestuoso conseguido por un marketing que considero impecable, pero por algunas informaciones que se leen, las ventas de la multinacional cafetera han caído de forma alarmante hasta el punto de que la distante firma te ofrece ahora la posibilidad de entregarte en casa pedidos de solo 50 cápsulas, sin costes de distribución ni desplazamiento.
¿A qué se debe tanta generosidad? ¿Espíritu navideño o reacción ante una crisis que azota especialmente los productos más prescindibles? Imaginen ustedes la respuesta.
Lo cierto es que las colas kilométricas ante sus establecimientos (Boutiques, les llaman ellos) flanqueados por esculturales y serviciales azafatas perfectamente ataviadas con corporativos uniformes, se han trasladado estas fiestas a entidades benéficas y oficinas de empleo, esa es la realidad, y ante esa realidad es complicado encontrar hoy argumentos a favor de productos que están lejos de cubrir las necesidades básicas en miles y miles de familias.
George Clooney y su milimétrica sonrisa, en este entorno de depresión, lejos de representar un argumento de asociación de negocio, se está convirtiendo en una broma de mal gusto para demasiadas amas de casa que necesitan de algoritmos para cuadrar las cuentas domésticas, y John Malkovich en su papel de “Todopoderoso” esperando stars en el cielo, haría bien de bajar a la tierra, no tanto para dotar de café “Gran Cru” (que así se llama una de las cápsulas) a eruditas gargantas gustativas de amplio bolsillo, si no para ofrecer la más básica de las leches de vaca a los miles de niños que hoy, y también mañana, no tienen asegurados sus incipientes vientres en fase de crecimiento.
¿Liderar ante este panorama? Más nos valdría entre todos asegurar que unos y otros sobrevivan al momento.
“Nespresso”, que tan y tan bien ha sabido posicionar su producto en el pasado, debe reaccionar y tiene hoy la posibilidad de dar un golpe de efecto en sentido bien diferente.
¿Como? Se me ocurren algunas ideas, y se podrían apuntar más que un punto, un puntazo, a partir de algún argumento fresco, nuevo, rompedor, diferente, y sobretodo, solidario.
Eso o seguir en las nubes.
Las nubes del gran John Malkovich en el papel nada más y nada menos que de su altísima divinidad.
Palabra de galeno